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Su nombre es 99942 Apofis. Y es uno de esos asteroides que los astrónomos estudian detalladamente debido a su peligrosa proximidad con nuestro planeta. Se descubrió en 2004, cuando un equipo de astrónomos calculó las probabilidades de que acabara impactando contra la Tierra, por lo que fue catalogado con el nivel 1 según la escala de Turín, el sistema que mide las probabilidades de impacto de estos cuerpos celestes.

Pero aquella hipótesis acabaría siendo descartada en mayo de 2006 cuando, aprovechando que el cuerpo celeste se encontraba a unos 42 millones de kilómetros de nuestro planeta, se realizaron nuevas observaciones con ayuda del Telescopio de Arecibo, en Puerto Rico.

Según los nuevos cálculos, el asteroide podría estar cambiando ligeramente su órbita, y es posible, aunque poco probable, que acabe alcanzando nuestro planeta en 2068.

Entonces los expertos concluyeron que Apofis volvería a pasar junto a nuestro planeta en 2029, concretamente a unos 31.900 kilómetros, pero determinaron que las posibilidades reales de impacto eran igual a 0. No había nada que temer… hasta hoy. Y es que un nuevo estudio llevado a cabo por por un equipo de astrónomos del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái y publicada en Division for Planetary Sciences vuelve a dar la voz de alarma: el asteroide podría estar cambiando ligeramente su órbita, y es posible, aunque poco probable, que acabe alcanzando nuestro planeta en 2068, cuando vuelva a acercarse a nuestro planeta.

La causa: el efecto Yarkovsky

Para mantener el equilibrio térmico, los asteroides irradian en forma de calor la energía que absorben de la luz solar, un proceso que cuando se lleva a cabo modifica ligeramente la órbita del cuerpo celeste. Cuando la radiación térmica no es uniforme, explican el equipo científico de la Universidad de Hawái, el asteroide puede experimentar una cierta aceleración que podría desviarlo su órbita. Es precisamente lo que detectó el Telescopio Espacial Subaru, situado en el monte Mauna Kea de Hawái.

«El fenómeno se conoce con el nombre de ‘efecto Yarkovsky’ y se debe básicamente a que un cuerpo en órbita alrededor del Sol y rotando alrededor de su eje es calentado por la radiación solar de forma asimétrica -explica a National Geographic Pablo Santos Sanz, especialista en cuerpos menores del sistema solar del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Esa radiación solar absorbida por el cuerpo se emite luego en forma de radiación térmica, y al no estar iluminado de forma uniforme producirá una fuerza que puede producir un desplazamiento muy muy leve en la órbita del objeto. Ese desplazamiento en la órbita (de centímetros) puede marcar la diferencia entre un impacto (o no) del objeto con la tierra«, apunta.

“Sabíamos que el impacto con la Tierra estaba descartado para el año 2029”, afirma Dave Tholen, autor principal del estudio, quien ha seguido con precisión el movimiento de Apofis en el cielo desde que su equipo lo descubrió en 2004. “Sin embargo -advierte- las nuevas observaciones realizadas en 2020 muestran que el asteroide se está alejando de su órbita gravitacional a una distancia de unos 170 metros por año, lo suficiente como para prever un posible impacto en el año 2068″.

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Una probabilidad de impacto muy pequeña

Para todos aquellos que se alerten ante la posibilidad de que les caiga un meteorito encima, cabe recordar que, a pesar el mero hecho que suceda puede ser motivo de sosiego, las probabilidades siguen siendo bajas. El Indice de Impacto de elaborado por la NASA establece un ranking de riesgo para todos aquellos cuerpos celestes susceptibles de acabar impactando sobre la Tierra. De momento no hay razón para alarmarse, pues la probabilidad de que acabe sucediendo se reduce a una entre 150.000, esto es, aproximadamente un 0.00089%. Ya sería mala suerte.

A pesar el mero hecho de que suceda la catástrofe puede ser motivo de sosiego, las probabilidades siguen siendo bajas, apuntan los científicos.

Eso sí, según apunta Santos Sanz, «el acercamiento a la Tierra de Apofis en abril de 2029 será determinante para ver si esa probabilidad aumenta o disminuye en 2068, pues el tirón gravitacional de la Tierra podría modificar la órbita del asteroide«. Habrá que estar atentos, pero si hacemos caso a los científicos, tampoco deberíamos preocuparnos en exceso.

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