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Los shocks monetarios recientemente implementados a nivel mundial han estabilizado formidablemente expectativas y han frustrado hasta al pesimista más furioso, comprando tiempo nuevamente, lo cual es esencial en una crisis. Sin embargo, estas distorsiones monetarias no son neutrales al equilibrio general y estará por verse cómo termina este segundo experimento global lo cual huele desde hace rato a la burbuja más enorme que hayamos creado los humanos, pero a la vez, “burbuja perversamente estable”. Y quizá y a pesar de todo lo que se hizo esperar en el año, la reflación comience a llegarle a los commodities agrícolas también que han tenido una semana muy sólida tanto para soja y maíz. La contracara de esta reflación global es la generación de un proceso de inflación de activos financieros en mercados de acciones y renta fija en general por citar algunos.

Resulta evidente que toda la reflación está siendo satisfecha a través de una sola puerta: el équity tecnológico. Enorme diferencia con la crisis anterior, los P/E forwards ya rondan lo esotérico y los “value stocks” vienen siendo masacrados en el relativo vs los “growth stocks”. El mercado ha decidido que la forma de shortear al USD es vía long burbuja estable y tecnológica. Ni el oro parecería poder competir contra esto. Y cuando menciono el término «burbuja» no estoy implicando inestabilidad. Esta burbuja será estable probablemente y desactivada muy lentamente vía inflación (2% anual) y crecimiento (2% anual) en los próximos 20 años. Los estímulos no se sacarán nunca del mercado porque los Bancos Centrales están en trampa de liquidez, si se corren, todo colapsaría en segundos. En esta coyuntura burbujeante casi un solo sector en exclusividad está volando, el resto en general masivamente en rojo. QQQ y SPY vienen batiendo máximos todos los días y del otro lado XLF, XLE, XOP, JETS, PEJ, EWZ, por citar algunos, en rojo furioso. De esta forma, estamos frente a una “exuberancia irracional BÍBLICA” alimentada por la Fed y lo irónico es que esto bien podría ser estable.

El 5 de diciembre de 1996 el por entonces Presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, hizo referencia al concepto de “exuberancia irracional” denotando la percepción del entonces Presidente de la Reserva Federal de que los activos financieros estaban potencialmente sobrevaluados y no reflejaban los fundamentos de la economía subyacente. Esta frase se hizo pública en una cena en donde Greenspan estaba exponiendo, causando un desplome en los mercados de acciones de todo el mundo mientras comentaba su hipótesis. Y esto era 1996, sin los cuatro QEs que generó la Reserva Federal desde entonces y las tasas de referencia en 0% por casi una década entera.

Me pregunto entonces: con un QQQ batiendo máximos todos los días y el SPY de la mano de un único sector, el tecnológico, haciendo lo propio, ¿este 2020 no es ya un año de exuberancia irracional a pesar de todas las miserias globales que viene causando la pandemia? ¿No estaremos ahora en un desequilibrio global infinitamente mayor al que aludió Greenspan en el 1996? ¿Puede una burbuja ser estable a lo largo del tiempo y desinflarse normalmente en base a licuación inflacionaria y crecimiento de la economía real a lo largo del tiempo? ¿Es esto la nueva versión de la trampa de liquidez?

Los datos macroeconómicos en USA vienen saliendo mejor desde hace semanas a pesar de que el empleo está repuntando muy lentamente, lo cual es el talón de Aquiles de esta crisis. Claramente, la recuperación de la economía real existe pero se observa notoriamente lenta lo cual es inconsistente con un rally en tecnológicas que viene desarrollándose a velocidad de la luz a menos que uno incluya en la ecuación explicativa un PUT GRATIS infinito emitido esta vez por cuanto Banco Central del G10 exista en este planeta al que todavía llamamos Tierra. En este entorno resulta útil dedicar un instante al menos a cuestionarse la diferencia entre optimismo y exuberancia.

El permanente estado de política monetaria acomodativa implementado desde la Reserva Federal ha contaminado a los mercados de un sesgo crónico a la toma de riesgo por la sencilla razón de que los inversores han llegado a la conclusión de que si algo se complica, los centrales permanecerán bombardeando con permanente emisión monetaria a los mercados globales en un intento adicional de reflación casi en estado permanente. Este patrón de comportamiento no es nuevo, ocurrió exactamente lo mismo durante la crisis anterior (2007/2009) sin embargo esta vez la velocidad y dimensión de los estímulos monetarios ha sido relativamente bíblica. La conclusión resultante es perversa: ¿para qué comprarse un put protectivo si en definitiva, Bernanke antes y Powell ahora nos concederá uno gratis vía reflación? El colapso de las volatilidades implícitas en el VIX (S&P) y en el VXN (Nasdaq) que venimos observando desde marzo de este año está reflejando contundentemente esta coyuntura.

Observamos entonces una economía global plagada de problemas impensados a inicios de este año, retroalimentados de un gigantesco déficit fiscal en USA y las principales economías del mundo y un probablemente burbujeante mercado de acciones tecnológicas en varios lugares del mundo. Sin embargo nadie está comprando protección a la baja: el mercado ha decidido transitar esta parte del 2020 y después de observar un VIX en 84 para marzo de este año con el pecho bien alto, ultra-exuberante y por sobre todo plenamente desprotegido. Este patrón de comportamiento le ha sido muy útil a la economía global desde el 2008 mediante los efectos riqueza que dicha dinámica alimenta pero ha creado a la vez la trampa de liquidez más gigantesca de la historia. Parecería que es mucho más sencillo transitar años enteros de mediocridad económica con elevado desempleo pero con un S&P positivo que con uno negativo. ¿Sin embargo, estará este pseudo equilibrio de corto plazo comprometiendo otra vez más al largo plazo a la luz de estímulos monetarios que son bíblicos en dimensión y velocidad? ¿Puede la política monetaria de USA tener capacidad infinita?

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