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La aparición de nuevos virus y bacterias debido a la fusión del permafrost es una preocupación muy real entre los especialistas en la materia. Y es que, a medida que el cambio climático provoca el aumento generalizado de la temperatura en todo el planeta, antiguos patógenos contra los que no estamos inmunizados podrían salir a la luz al derretirse las capas de la tierra permanentemente congeladas (el permafrost). Conscientes de este peligro, un equipo de expertos del Centro Estatal de Investigación Vektor y la Universidad Federal del Nordeste, ambos de Rusia, han puesto en marcha un proyecto para el estudio de tejidos blandos de restos de animales prehistóricos conservados en el Museo del Mamut de Yakutia, capital de la República de Sajá, en Siberia oriental, los cuales han sido encontrados en los últimos 10 años a medida que el hielo ha ido cediendo terreno.

Los científicos taladran los restos de un mamut prehistórico para obtener muestras.

Los científicos taladran los restos de un mamut prehistórico para obtener muestras.


Foto: Nina Sleptsova, Universidad Federal del Nordeste.

Su análisis, advierten los investigadores, permitirá a los científicos evaluar la diversidad de microorganismos, cuyo ADN y ARN podría conservarse entre los restos. Su objetivo: encontrar paleovirus (virus prehistóricos) desconocidos que pudieran ser una seria amenaza en la actualidad. Además, este mayor conocimiento les convertiría enlos mayores expertos de esta nueva disciplina, la paleobiología, que seguirá abriéndose paso a medida de las temperaturas vayan acelerando la fusión del hielo en todas las latitudes del planeta, especialmente las más próximas a las regiones polares.

“El Centro Nacional de Investigación de Virología y Biotecnología VECTOR realiza un seguimiento significativo de diversas infecciones y recopila mucho material para la investigación epidemiológica en Rusia y en otras partes del mundo. Durante la última década ha habido varios intentos de iniciar este trabajo, pero ahora estamos pasando de la planificación a la acción”, explica la investigadora del Departamento de Biofísica y Estudios Ecológicos, Olesya Okhlopkova, en una nota de prensa de la reputada institución biotecnológica.

Manipulación de restos en un tubo de ensayo

Manipulación de restos en un tubo de ensayo


Foto: Nina Sleptsova, Universidad Federal del Nordeste.

La manera de estudiar virus milenarios

Para la realización del estudio, explica la investigadora, se realiza primero un orificio en los restos biológicos para obtener muestras de los tejidos blandos. Acto seguido se colocan en un tubo de ensayo y se practica un estudio molecular estándar: primero se aíslan los ácidos nucleicos y se secuencia el genoma completo del animal, lo cual permite obtener información sobre la biodiversidad de los microorganismos de las muestras. “Si los ácidos nucleicos no se destruyeron, podremos obtener datos sobre su composición y establecer cómo cambió y cuál fue su desarrollo evolutivo. Una vez realizado este proceso es posible determinar el potencial epidemiológico de los agentes infecciosos existentes en la actualidad ”, explica la profesora Okhlopkova.

Los expertos analizan restos aparecidos en los últimos 10 años a causa de la fusión del hielo.

El primer descubrimiento del organismo para la selección de tejidos blandos fue el caballo Verkhoyansk, encontrado en 2009 en la región homónima. Este ejemplar de 4.450 años de edad se convirtió en un descubrimiento de referencia, pues los investigadores consiguieron descifrar el genoma nuclear completo, lo que permitió a su vez descifrar el origen del caballo de Yakutia moderno. El proyecto actual, explica Maksim Cherasov, jefe del laboratorio del Museo de Mamut de la Universidad Federal del Nordeste, incluirá el estudio no solo de estos probóscidos antediluvianos, sino que además se incluirá el análisis de perdices antiguas, liebres y roedores prehistóricos encontrados a lo largo de la última década conservados en congeladores especiales a temperaturas de entre los -16 y -18 ºC, una muestra completa y variada sobre la que obtener grandes cantidades de información destinada al estudio de los paleovirus. “El desarrollo tecnológico es imparable -afirma Sergey Fedorov, jefe del departamento de Exposiciones del Museo- esperamos que en poco tiempo podamos encontrar en nuestras instalaciones antiguos patógenos que nos aporten interesantes descubrimientos sobre el mundo de los virus«.

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