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El presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, quien afronta desde el pasado 9 de agosto las mayores protestas de la historia del país provocadas por los resultados de las elecciones presidenciales, cuestionados por la oposición, ha hablado este martes de la posibilidad de una guerra civil para, de inmediato, descartarla.

«Si intentamos doblegar el uno al otro, ya saben lo que tendremos… como mínimo una guerra civil. Pero no se preocupen: esto no sucederá», afirmó durante un encuentro con habitantes de la ciudad de Baránovichi, provincia de Brest, citado por el departamento de prensa de la Presidencia.

El mandatario, que acudió a un colegio de esa ciudad, felicitó a escolares, estudiantes y maestros por el inicio del nuevo curso escolar.

Las clases se reanudaron en Bielorrusia entre múltiples llamamientos al boicot, en parte por temor a la pandemia del coronavirus, totalmente ignorada por las autoridades, y en parte en rechazo a la participación de los maestros en las elecciones presidenciales, calificadas de fraudulentas.

Lukashenko trató de minimizar el impacto de las tres semanas de protestas, durante las cuales se han convocado manifestaciones con más de 100.000 participantes, al señalar que sus oponentes viven en un mundo irreal.

«No todo en la vida es como en el mundo virtual. Abrieron sus iPhone, sus teléfonos, y todo el tiempo los miran. Se crea una ilusión de una vida diferente. Y una parte de nuestra gente está atrapada en ese mundo ilusorio», señaló. A diferencia de ellos, estimó, hay quienes optan por vivir una vida «real».

También se refirió a las sanciones impuestas contra él y dos decenas de altos funcionarios por los países del Báltico, a los que acusó de acatar las órdenes de Occidente.

«Les dieron la orden de atacar y ladraron detrás de la cerca. Es como lo valoro», afirmó al amenazar con un posible cierre de la frontera junto a Brest y Grodno, con lo que cerraría las rutas comerciales de Europa hacia el este.

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