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La de acumular recursos es una costumbre inherente al ser humano ligada al más puro instinto de supervivencia. Podría decirse que acumulamos recursos del mismo modo las hormigas hacen acopio de sus reservas para sobrevivir al invierno. De hecho, es nuestro propio instinto el que en ocasiones nos empuja a comer, incluso sin necesidad, para acumular las reservas de grasa que no necesitamos inmediatamente, ya que el suministro constante de alimentos está garantizado, pero que antaño, ante los abundantes periodos de escasez, fue fundamental para la supervivencia de nuestros antepasados.

No obstante, esta costumbre de acumular, ya sean objetos, potenciales recursos o residuos en ocasiones puede alcanzar cotas que rallan en lo patológico, como en el caso del conocido síndrome de Diógenes: un trastorno sobre todo habitual en personas de edad avanzada que se caracteriza por la acumulación de pertenencias varias y con frecuencia hasta de basura y desperdicios en la propia casa.

Diógenes planetario

Ahora, según ha puesto de manifiesto un nuevo estudio titulado Global human-made mass exceeds all living biomass, podríamos estar reproduciendo esta patología a escala planetaria, ya que la faz de la Tierra en el siglo XXI se está viendo afectada de una manera sin precedentes por la producción y acumulación de objetos creados por el hombre.

La faz de la Tierra en el siglo XXI se está viendo afectada de una manera sin precedentes por la producción y acumulación de objetos creados por el hombre.

Carreteras, edificios, barcos, coches, ropa, papel del W.C., teléfonos móviles y demás infraestructura de la vida diaria ahora pesan aproximadamente 1,1 billones de toneladas métricas, lo que equivale al peso seco combinado de todas las plantas, animales, hongos, bacterias, arqueas y protistas en el planeta. Es solo una de las conclusiones de las que se hace eco la investigación que aparece publicada esta semana en la revista Nature.

«Dadas las limitaciones de la cognición humana frente a la inmensidad del globo, su incapacidad en ocasiones para asimilar la escala de algunos procesos, y la aparente infinitud del mundo natural, es deseable proporcionar una medida rigurosa y objetiva del equilibrio general entre lo vivo y lo creado por el hombre» explican los científicos del departamento de botánica y ciencias ambientales de instituto Weizzman para la ciencia de Rehovot, en Israel. » Así, una vez cuantificadas estas magnitudes, las implicaciones del estudio resultan asombrosas».

Comparativa masa antropogénica / biomasa para el año 2020

Comparativa masa antropogénica / biomasa para el año 2020


Foto: Milo et al.

De este modo, de entre los resultados se desprende que la creación de esta masa creada por el hombre se ha acelerado rápidamente en los últimos 120 años: los objetos artificiales han pasado de solo el 3% de la biomasa del mundo en 1900 a su nivel actual. Y hoy, la cantidad de material nuevo que se produce cada semana es equivalente al peso corporal promedio de los 7.700 millones de personas que habitan el planeta. Los plásticos del mundo por sí solos ahora pesan el doble que los animales marinos y terrestres; y los edificios y la infraestructura superan a los árboles y arbustos. «No podemos pensar que solo somos una especie pequeña entre muchas» declara Ron Milo, coautor principal del estudio. «Estos números deberían ser una llamada de atención. Nos dicen algo sobre la responsabilidad que tenemos, dado que nos hemos convertido en una fuerza dominante”, añade el investigador.

Si continúan las tendencias actuales, se espera que la masa antropogénica, incluidos los desechos, superen las 3 teratoneladas para 2040, casi el triple de la biomasa seca de la Tierra.

En particular, los continuos aumentos de la masa antropogénica, que crece en torno a un 5% anual, dieron comienzo en el periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Este período, frecuentemente denominado como «la Gran Aceleración», se caracterizó por un mayor consumo y desarrollo urbano. «Si continúan las tendencias actuales, se espera que la masa antropogénica, incluidos los desechos, superen las 3 teratoneladas para 2040, casi el triple de la biomasa seca de la Tierra«, continúa Milo.

Los investigadores también encontraron que la masa creada por el hombre se ha duplicado cada 20 años desde 1900 y que más del 50% de esta se corresponde con hormigón, grava y otros materiales de construcción. Los ladrillos, asfalto, metales, plástico y otros materiales representan por su parte aproximadamente un 19% del total.

Vista aérea de la ciudad abandonada de Prípiat, en Ucrania

Vista aérea de la ciudad abandonada de Prípiat, en Ucrania


Foto: iStock

La nueva investigación también implica una advertencia para el futuro, ya que toda esta acumulación de masa tiene amplias implicaciones para los hábitats naturales, la biodiversidad y los ciclos climáticos y biogeoquímicos. Si las tendencias actuales se mantienen, la masa antropogénica crecerá hasta tres veces la biomasa mundial para 2040, defienden los científicos en su investigación. «Y toda esa nueva masa tarde o temprano se convertirá en un desperdicio que tendrá que ser tratado» añade Fridolin Krausmann, del Instituto de Ecología Social de la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida de la universidad de Viena, y revisor por pares del presente trabajo. “En los próximos 20 años, obtendremos tantos desperdicios como en los últimos 110 años juntos”, continua. “La mayor parte de lo que tenemos ahora se ha construido desde la década de 1960. Ahora todo esto está llegando al final de su vida útil, por lo que realmente nos enfrentamos a enormes flujos de desechos», concluye.

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