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16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación // 17 de octubre, Día Mundial Contra la Pobreza

La crisis de la COVID-19 se ha superpuesto a los impactos que ya generaba la crisis climática en la parte más pobre del mundo. Está aumentando de forma alarmante los índices de pobreza, incluso de hambre, en numerosos países, afectando ya a ciento de millones de personas en cuatro continentes.

Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra cada 16 de Octubre, y el Día Mundial contra la Pobreza, el día 17, Alianza por la Solidaridad-Action Aid denuncia la escasa respuesta internacional. Se está dejando de lado el ‘principio de solidaridad’ en aras de los intereses estratégicos nacionales o, en el caso de la Unión Europea, comunitarios. Esta situación ha sido también denunciada por la CONCORD Europa, una coordinadora que agluitina a 1.800 Ong de la UE, de la que forma parte Alianza por la Solidaridad –ActionAid.

No hay fondos suficientes para prevenir la oleada de pobreza que se avecina

Para esta organización, la UE y el Gobierno español deberían orientar su apoyo donde más se necesita. Es necesario un enfoque especial en los países menos desarrollados para garantizar que las personas y los países más marginados no se queden atrás, dado que la actual pandemia ha hecho aún más visibles las desigualdades globales extremas. Ello significa, entre otras cuestiones, fortalecer los sistemas de salud, agua y saneamiento; impulsar las capacidades de investigación y abordar las consecuencias sociales y económicas de COVID-19 a nivel global. Pero no se está haciendo y las consecuencias son evidentes. En el caso de mujeres y niñas, además, no se está abordando el aumento de la violencia sexual y de género. Tampoco se está abordando la mejor en el acceso a la salud y los derechos sexuales y reproductivos, más limitados desde hace seis meses.

Hay que recordar que la UE no ha puesto a disposición nuevos fondos de cooperación para responder a la pandemia. Los 15.600 millones de euros prometidos (3.300 millones para países socios) provendrán del presupuesto existente. Sin fondos nuevos existe el riesgo de que las prioridades originales, que tenían que ver con los impactos del cambio climático o la buena gobernanza, sean reemplazadas por nuevas medidas relacionadas con la pandemia.

Tampoco en España ha habido fondos adicionales para dar una respuesta humanitaria y social a los países con más riesgo de pobreza. Además, se echa en falta más flexibilidad para la que las ONG puedan utilizar los ya adjudicados para hacer frente a las graves carencias ya detectados  y que van a tener largo recorrido.

Plagas, inundaciones y sequías que empeoran la crisis provocada por el COVID-19

El aumento del precio de los alimentos durante la pandemia está teniendo graves consecuencias sobre la seguridad alimentaria de las personas. A ello se une el cierre de los mercados en muchos países. Esto impide que los pequeños campesinos puedan adquirir insumos como las semillas de las que ahora dependen. Esto, junto con los efectos del cambio climático con lluvias erráticas es un hándicap para la producción que se notará en las cosechas futuras.

Ana Alcalde, directora de Alianza por la Solidaridad, señala: “Se está poniendo de manifiesto que hay que volver a conceptos como la soberanía alimentaria. Los países no pueden depender de lo que llega de fuera en lo más básico. También está quedando claro que el trabajo de las  ONG es fundamental para dar respuestas rápidas en lugares y sectores a los que no llegan los estados. No podemos olvidar la Agenda 2030 ni los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que están perdiendo protagonismo a marchas forzadas. Todas las políticas internas y externas de la UE deberían estar en esa línea de apuesta por los ODS y es algo que no se ve”.

Los efectos del cambio climático afectan gravemente a los países del Sahel

La organización detecta ya estas consecuencias en países del Sahel. Si bien la pandemia no ha impactado tanto la salud como en otras zonas del mundo, es evidente el impacto del cierre de fronteras y la subida de precios. Además, en Burkina Faso, Chad, Costa de Marfil, Mali, Mauritania, Níger, Nigeria y Senegal ha habido graves inundaciones que han destruido cultivos y provocado pérdidas de animales domésticos.

Estas inundaciones están muy por encima de la media de lluvias que ha habido entre 1980 y 2010 y son uno de los de los fenómenos extremos asociados al cambio climático. Otras preocupaciones son las plagas, como el gusano cogollero –que ataca los cultivos de maíz-  o la langosta, que está en aumento en África Oriental.

El trabajo de Alianza contra la inseguridad alimentaria

Alianza por la Solidaridad-Action Aid tiene diversos proyectos en Senegal relacionados con la soberanía alimentaria, facilitando la seguridad en la tenencia de la propiedad de la tierra de  las mujeres. Son proyectos que promueven la organización y gestión de huertas. En ellos priman los criterios agroecológicos y con energías renovables –sistemas de riego fotovoltaicos- para el suministro de agua. Gracias a estos proyectos se ha conseguido crear redes de productoras. Se ha logrado que sean más autosuficientes para producir semillas, fertilizantes naturales, alimentos y acceso a redes de distribución. Para ello se cuenta con el apoyo de la Generalitat Valencia, el Gobierno de Aragón, el Cabildo de Gran Canarias o la Junta de Castilla La Mancha.

Naciones Unidas estima que casi 1.000 millones de personas podrían pasar hambre como consecuencia de la pandemia. Alrededor de 130 millones más que el año pasado. Desde Alianza defendemos que la lucha contra la pobreza, que se conmemora todos los 17 de octubre, está relacionada con que esas personas consigan la soberanía alimentaria. También recalcamos la importancia de conseguirlo mediante técnicas sostenibles. El planeta puede producir lo suficiente para todas las personas.



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