[ad_1]

Dice Bruno Barbey que “la fotografía es el único lenguaje que puede ser entendido y comprendido en todo el mundo”. No le falta razón pues una imagen puede evocar recuerdos, sentimientos y reflexiones sin importar el idioma materno. A cada espectador le afectará de una manera personal y le llevará por caminos diferentes. En este sentido, la fotografía no solo sirve para documentar el mundo o los hechos que suceden día a día, también puede generar reflexión, dar voz a quienes no la tienen o servir de ayuda terapéutica. La Fundación Telefónica y PHotoEspaña ponen en marcha El valor de la imagen, un ciclo que muestra el poder de la fotografía como herramienta de transformación social.

Las seis charlas, que podrán seguirse en redes a través de la web del Espacio Fundación Telefónica y PHotoEspaña, será moderado por Dani Seseña, periodista y director de Cámara abierta 2.0, que establecerá diálogos en torno a la fotografía contemporánea y su valor en procesos de transformación social y personal. De esta manera, se mostrarán algunos proyectos que utilizan este medio en ámbitos como la educación, la comunicación, el arte o la medicina para sensibilizar a la sociedad, generar reflexión y promover cambios. “El momento nos pedía una propuesta que tuviera una mirada más social. Normalmente exponemos la fotografía como arte pero nos parece interesante verla desde un ángulo instrumental, como una herramienta para conocerse mejor, para interrogar el mundo que nos rodea desde ámbitos como las escuelas o los entornos vulnerables”, explica María Brancos, una de las coordinadoras del ciclo.

Los encargados de inaugurar las conversaciones serán Sergi Cámara, fotógrafo documental que lleva años retratando las migraciones de África hacia Europa, y Mónica Lozano, que ha dirigido su objetivo a capturar lo que ocurre en El Paso y Ciudad Juárez. “Lozano creció en Juárez y tiene la frontera insertada en su cosmovisión. Ambos profesionales hacen visible cosas que no vemos a través de una fotografía lenta y sensible que nos acerca y genera empatía”, reconoce Brancos. En este sentido, la mirada de Lozano, que sigue documentando las condiciones de los refugiados e imparte clases sobre cómo el arte puede trascender fronteras y ha trabajado directamente con las comunidades, se vuelve poética. “Tiene un proyecto que ha realizado con la gente que está en la frontera esperando a pasar. En Inside Out retrató de manera muy cerrada a los migrantes y forró la ciudad con sus rostros. Apenas hay información del contexto, no se sabe de dónde son, si son ricos o pobres. De esta manera involucró a la gente de la ciudad y se generó un impacto en la sociedad”, explica María Brancos.

Otro tipo de reflexión es a la que incitarán Jernej Gregorič y John Wyatt- Clarke el día 4 de agosto. A través de su Project Pressure, un proyecto que desde el año 2008 trata de visualizar la crisis climática actual a través de la obra de artistas reconocidos internacionalmente, buscan remover conciencias y propiciar un cambio de actitud. Su misión, como explican en la página del proyecto, es utilizar el arte como “un punto de contacto positivo para inspirar acciones y cambios de comportamiento. A diferencia de los incendios forestales y las inundaciones, los glaciares no son parte del sistema meteorológico y cuando se observa la pérdida de masa de los glaciares con el tiempo, se puede ver el resultado del calentamiento global. Esto hace que los glaciares sean indicadores clave de la crisis climática y el foco de nuestro trabajo”. 

Juan Medina: ‘Las personas que fueron rescatadas por el bote de rescate de la ONG Proactiva Open Arms en el mar Mediterráneo, 2018. © REUTERS/Juan Medina

Por su parte, Susana Vera y Juan Medina serán los protagonistas de Contar el mundo, encuentro que tendrá lugar el 11 de agosto y en el que charlarán con Dani Seseña sobre su visión en torno a algunos de los problemas del mundo actual. La artista brasileña Raquel Brust nos acercará su proyecto Gigantos, un trabajo de fotografías híper dimensionadas que se sirve de la arquitectura de las ciudades para exponer unas imágenes que piden intimidad.  En este caso podremos escucharla el día 18 junto a la investigadora Almudena Caso, que usa la imagen y el arte con niños vulnerables y con discapacidad. Caso asegura que “la imagen les genera autoestima porque se ven reflejados, algo que les ayuda a contar cosas y expresar emociones”, destaca Brancos. 

También tendrá una visión terapéutica la conversación entre la médico e investigadora Mercè Boada y la artista visual Laurence Aëgerter el próximo 25 de agosto. En esta ocasión la fotografía sirve como herramienta para estimular a pacientes con demencia. Uno de los trabajos más personales y conmovedores de Aëgerter es un libro de imágenes dispares realizado con un grupo de neurólogos y psicólogos que actualmente sirve de herramienta para trabajar con enfermos de Alzheimer. “Hay un porcentaje muy alto de depresión entre estos enfermos y hasta hace poco la manera de acercarse a ellos era infantilizándolos. Mientras hacía un trabajo en un centro la artista enseñó una imagen a un señor y este conectó y empezó a comentar vivencias que la imagen le había evocado”, explica Brancos. De modo que Aëgerter decidió generar una memoria de imágenes para que médicos, terapeutas y familiares puedan entablar conversaciones con ellos.

Raquel Brust: ‘Rita’ (2019), del proyecto ‘Gigantos’

La última sesión será el 1 de septiembre bajo el título Transformar con la fotografía, una charla que tendrá como protagonistas a Alice Monteil, de Photographic Social Vision, y Nuria Aidelman, de A Bao A Qu, responsables de proyectos educativos y de mediación social. Ambas utilizan la fotografía como herramienta de transformación social y personal. En Material sensible Monteil trabajó con adultos que han sufrido abusos sexuales en su niñez o adolescencia. Photographic Social Vision desarrolló un proyecto de fotografía participativa para personas en proceso terapéutico y durante seis meses acompañaron a los participantes del taller en su recuperación. La fotografía se convirtió en el medio de expresión y potencial creativo para poder contar sus propias historias. Se trata de “un proceso largo a través de la reacción ante las imágenes”, explica Brancos. Las fotografías evocan momentos y ellos “conectan con una emoción abstracta a través de la que logran hablar de sus emociones”.

En definitiva la fotografía sirve para guardar la memoria de un momento y para documentar lo que vivimos pero también como herramienta de trabajo. “La fotografía está yendo hacia un lenguaje personal alejado de los clichés. En un momento en el que todos nos expresamos con imágenes estas nos ayudan a interpretarlas mejor”.

@scamarzana



[ad_2]

Source link