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La startup de medicina BioSynaptica fue reconocida por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) en el marco de la Competencia 100K LATAM gracias al desarrollo de un medicamento innovador para enfermedades neurodegenerativas. El fármaco se basa en la utilización de la N-glicosilación como medio para bloquear la actividad no deseada de EPO humana (hEPO) y preservar o mejorar la actividad. Concursaron dentro de la categoría Ideas y ganaron US$ 5.000. 

La citocina EPO se produce a través de procesos biotecnológicos y se comercializa como una droga en pacientes con insuficiencia renal crónica. Uno de los problemas de estos pacientes es que tienen anemia constante y la droga estimula la formación de glóbulos rojos. Además de esa característica, funciona como neuroprotector protegiendo los tejidos del cerebro evitando que mueran neuronas. Sin embargo, para este último se realizaron pruebas y se encontraron graves efectos secundarios. En la década pasada, la patente comercial de EPO cayó por lo tanto cualquier compañía podría darle un nuevo uso. 

En este contexto, BioSynaptica modificó esta droga con ingeniería genética para que no tenga la acción de formación de glóbulos rojos pero que siga manteniendo la acción neuroprotectora. BioSynaptica nace de la necesidad de la Universidad del Litoral y los investigadores argentinos de formar una empresa de base tecnológica para continuar agregándole valor al proyecto y transferir la tecnología cuando se patente.

La compañía fue fundada en Santa Fe y está conformada por María de los Milagros Bürgi (35), Matías Abel Depetris (42), Ricardo Bertoldo Kratje (64), Marcos Rafael Oggero Eberhardt (49). Los cuatro argentinos son investigadores de la Universidad del Litoral dentro de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas. Las pruebas del fármaco comenzaron en 2016. BioSynaptica es uno de los proyectos ganadores de categoría Pitch del 100K LATAM organizado por el ITBA y el MIT.


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Infotechnology se puso en contacto con Matías Depetris, quien explicó cómo funciona la droga, el proceso de la investigación y la filosofía de la compañía. Formaron una empresa privada como parte de una estrategia: su objetivo es atraer inversionistas para financiar los ensayos. “Estamos en proceso  con el CONICET y UNL de firma de los contratos de licencia, es decir, todavía no está el contrato final. Básicamente, la Universidad y el CONICET nos transfieren la licencia para conseguir rondas de inversión para avanzar y continuar validando la tecnología en distintas fases. Por último, sublicenciar a una empresa multinacional que esté interesada en seguir con la tecnología”, apunta Depetris.

En la actualidad, están en proceso de patentarla a escala global. El próximo paso será avanzar a un modelo de pruebas con animales, luego a una fase pre clínico con animales y por último comenzar ensayos clínicos. Depetris sostuvo en la entrevista que la droga “tiene potencialidad en enfermedades neurogenerativas”. “Hay que probarla con enfermedades específicas como Parkinson y demencia. Existen esos modelos”, asegura.

“La tecnología está en una fase muy incipiente. Existe in vitro en un laboratorio. Nos falta muchísimo. El desarrollo terapéutico implica al menos diez años. La droga está en una primera etapa. Lo que vehiculizó esto fue el patentamiento. Los primeros ensayos a nivel in vitro en el laboratorio fueron muy concretos y esperanzadores. Estamos en una etapa muy inicial”, cuenta el investigador.

“La mayoría de las enfermedades neurodegenerativas no tienen hoy ningún tratamiento efectivo. Son enfermedades complejas. Somos conscientes del desafío. Estamos trabajando sobre una molécula muy estudiada. La seguridad del medicamento no es un problema. El camino de propiedad intelectual es muy promisorio. Es importante que haya un interés comercial para que podamos probar en modelos de animales la eficacia de esto. Hoy es todo muy genérico y a nivel laboratorio. Falta mucho camino por recorrer”, adelanta Depetris.

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