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Para bien o para mal, es un hecho que Internet ha revolucionado nuestras vidas como ninguna herramienta lo ha hecho antes, ya sea en términos de entretenimiento, información, comunicación, búsqueda de empleo, realizar compras online y un sinfín de cosas más. Pero al mismo tiempo que la red nos ha abierto las puertas a oportunidades inimaginables hace apenas unos años, la que antes se establecía como una realidad paralela o alternativa en nuestras vidas, se está convirtiendo, si no lo ha hecho ya, en nuestra nueva realidad, dando lugar a nuevos y grandes desafíos a los que bien como individuos o bien como sociedades hemos de enfrentarnos.

Las nuevas tecnologías no sirven necesariamente mejor a los intereses de los usuarios

«Nos interesan preguntas como: ¿Cómo podemos crear entornos en línea que respeten la autonomía humana y promuevan la verdad? y ¿Qué pueden hacer las propias personas para evitar ser engañadas y manipuladas?» explica Anastasia Kozyreva, investigadora del Centro para la Racionalidad Adaptativa en el Instituto Max Planck -MPI- para el Desarrollo Humano.

Kozyreva es la autora principal de un artículo que se publica esta semana en la revista Psychological Science in the Public Interest bajo el título Citizens Versus the Internet: Confronting Digital Challenges With Cognitive Tools en el que se pregunta cómo se está desarrollando nuestra relación con el mundo digital y cuales son los principales desafíos a los que deberemos enfrentarnos como resultado de un mundo cada vez más conectado a Internet. De este modo, examinando las diferencias entre los mundos online y offline el equipo del MPI e identificó cuatro desafíos principales.

En primer lugar, el comportamiento del usuario en Internet está influenciado por arquitecturas de elección manipuladas, y estos «patrones oscuros» conducen a los usuarios hacia comportamientos no deseados que incluyen desde consumo de publicidad que se mezcla con el contenido, pasando por la navegación «guiada» de una página a otra para generar más clics, hasta configuraciones de privacidad confusas que incitan a las personas a compartir más información de la que realmente desean.

«Nos encontramos pasando mucho más tiempo en nuestras pantallas de lo que pretendíamos, sin ningún beneficio real y a costa de nuestra atención para otras cosas»

Por otro lado la información presentada por los algoritmos impulsados por Inteligencia Artificial no es neutral, si no que se personaliza sobre la base de los datos recopilados de los usuarios. Esto significa que a dos personas que ingresan el mismo término en un motor de búsqueda probablemente se les mostrarán resultados diferentes. Eso puede ser útil si por ejemplo queremos buscar un restaurante y el motor de búsqueda muestra los resultados de nuestro vecindario en la parte superior de la lista en lugar de un restaurante con el mismo nombre en el otro lado del mundo. Pero si nos muestran noticias o contenido político únicamente sobre la base de nuestras preferencias, corremos el riesgo de encontrarnos en una burbuja mediática o ideológica en la que ya no estamos expuestos a otras opiniones.

Otro de los grandes retos a los que debemos hacer frente según el equipo de Kozyreva es el relativo a la información falsa y engañosa.«Los videos y publicaciones que propagan teorías de la conspiración y rumores no verificados pueden propagarse rápidamente a través de las redes sociales, causando un daño real» explica la autora. «Por ejemplo, las personas pueden decidir no vacunarse debido a la información errónea sobre las vacunas».

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Por último la investigadora advierte que los entornos digitales buscan constantemente atraer la atención de los usuarios, ya sea mediante notificaciones automáticas, pantallas parpadeantes, anuncios emergentes o contenido actualizado constantemente. «El objetivo es captar y mantener la atención de los usuarios durante el mayor tiempo posible, y esa es la base misma de los modelos de negocio de muchas plataformas de Internet. Nos encontramos pasando mucho más tiempo en nuestras pantallas de lo que pretendíamos, sin ningún beneficio real y a costa de nuestra atención para otras cosas.»

Educación digital para el mundo real

Desde una perspectiva de la ciencia del comportamiento, los investigadores proponen medidas específicas para abordar estos cuatro desafíos y así sugieren que se pueden y se deben utilizar nuevos métodos para otorgar a los ciudadanos las herramientas que les permitan tomar las mejores decisiones en el mundo en línea: en definitiva hacerlas más autónomas y libres.

Este nuevo tipo de pautas cognitivas, denominadas por los científicos como herramientas de autoestimulación, «pueden ser utilizadas por las personas para crear entornos de elección e información más saludables» defiende Kozyreva. «La autoestimulación permite a las personas configurar su entorno digital de la manera que mejor les funcione. Esto puede implicar desactivar las notificaciones de las aplicaciones o reorganizar la pantalla de inicio del teléfono inteligente para que solo se muestren las aplicaciones útiles: el calendario, la cámara y los mapas, por ejemplo, junto con las aplicaciones de gestión del tiempo. Todo lo que distrae demasiado, como las redes sociales y los juegos, estaría mejor en carpetas». Los investigadores también recomiendan que los usuarios establezcan conscientemente límites de tiempo en el uso de las redes sociales.

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«El mundo digital está lleno de trampas», declara por su parte Ralph Hertwig, director del Centro de Racionalidad Adaptativa del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano. «Pero podemos tomar medidas para evitar caer en ellas. De la misma manera que podemos esconder nuestras reservas de chocolate en la parte posterior del armario y poner un cuenco de manzanas sobre la mesa, podemos desactivar las notificaciones de las aplicaciones que exigen permanentemente nuestra atención, ya sea en la vida real o en el mundo digital», añade.

La nueva alfabetización digital

«Del mismo modo que miramos a derecha e izquierda antes de cruzar una calle, deberíamos tener el hábito de hacernos ciertas preguntas para evaluar el contenido que encontramos en línea«, continúa. Así, preguntas como: ¿Cuál es el origen de la información? ¿Qué fuentes se citan? ¿Puedo encontrar contenido similar en sitios web de renombre?, podrían aumentar la capacidad de los usuarios para evaluar la fiabilidad de la información en línea.

«Necesitaremos una combinación de herramientas cognitivas inteligentes, educación temprana en alfabetización digital y un marco regulatorio que limite el poder de los intereses comerciales para secuestrar la atención de la gente.»

Sin embargo, los autores también inciden de manera más general en que los responsables de la formulación de políticas también deberían considerar la posibilidad de implementar medidas regulatorias más estrictas para garantizar que los usuarios de Internet mantengan el control sobre el entorno digital y sus datos personales, por ejemplo, a través de una configuración de privacidad predeterminada. «Por último, pero no menos importante, el uso inteligente y consciente de las tecnologías digitales debería enseñarse tanto a niños en las escuelas como a los adultos, cuanto antes mejor», añade Hertwig que para terminar, enfatiza que ninguna de las medidas puede contrarrestar por sí misma la manipulación en línea o prevenir la propagación de información errónea.

«Si queremos hacer del mundo en línea un lugar más democrático y veraz – concluye Stephan Lewandowsky, profesor psicología cognitiva en la Universidad de Bristol- necesitaremos una combinación de herramientas cognitivas inteligentes, educación temprana en alfabetización digital y un marco regulatorio que limite el poder de los intereses comerciales para secuestrar la atención de la gente.»

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