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Alemania, con sus 221.413 casos de coronavirus desde que comenzó la pandemia, entre los que se lamentan 9.225 muertes, figura como uno de los países que ha realizado una gestión ejemplar a nivel mundial en la crisis sanitaria que ha supuesto la COVID-19. Esa imagen, sin embargo, se está emborronando, en parte por lo que aquí llaman estos días «caos», «fiasco» o «debacle» de los test en Baviera, rico Land del sur alemán.

Según reconocían las autoridades del Gobierno bávaro esta semana, hasta 900 personas quedaron sin avisar de que dieron positivo por coronavirus en los test a los que se sometieron en su reciente vuelta a casa tras las vacaciones. De las 60.000 de estas pruebas que se han realizado en centros para tests ubicados en autopistas, a fecha del miércoles de esta semana, los resultados de 44.000 test no habían sido comunicados, según reconocían las autoridades.

En Alemania, los plazos habituales para comunicar los resultados de los tests suele ser de 24 ó 48 horas. Pero no es así cuando «hay un problema de comunicación», según reconocía en rueda de prensa el miércoles la ministra de Sanidad de Baviera, la conservadora Melanie Huml. De acuerdo con las explicaciones de esta ministra que reconocía estar «extraordinariamente molesta» con lo ocurrido, las causas de los retrasos tienen que ver con el inesperado lento funcionamiento de los laboratorios. También aparece como responsable de los retrasos la gestión de los datos, algo de lo que las autoridades fueron conscientes sólo a primera hora del miércoles de esta semana.

Alemania goza de una gran capacidad para realizar las pruebas de coronavirus. En las últimas semanas se han estado superando con creces el medio millón de test cada siete días. En Baviera, las autoridades han defendido que hay capacidad para hacer hasta 200.000 pruebas diarias. Pero ahora parece quedar en entredicho la efectividad de esas pruebas, en vista de que puede haber decenas de miles de test cuyos resultados llegan tarde.

De ahí que la prensa se haya referido a la situación en Baviera como el «caos de los test», según los términos del periódico Bild, el más leído del país. Poco se ha tardado en señalar por lo ocurrido a Markus Söder, líder de la Unión Social Cristiano (CSU) de Baviera y presidente de este estado federado del sur teutón.

«La responsabilidad es de Söder», titulaba en su editorial sobre la situación el influyente diario muniqués Süddeutsche Zeitung. Este periódico rebajaba la figura de Söder en la crisis del coronavirus. Hasta ahora a Söder se le consideraba un ejemplo a seguir por su presentado como modo precavido de actuar ante la COVID-19. Pero «ya no es un modelo a seguir», apuntaba el editorial del Süddetusche Zeitung.

«Un fracaso gubernamental»

En última encuesta relativa a Baviera del instituto de opinión infratest dimap, el 87% de la población bávara se decía «satisfecha» o «muy satisfecha» con la gestión del Ejecutivo de Söder. El presidente bávaro ha llegado a contar con unos niveles de satisfacción del 90%, según datos de infratest dimap. 

No es seguro que ese apoyo popular se mantenga en vista de lo que las autoridades reconocían el miércoles, incluso cuando este jueves se apuntaba que ya se había informado a la gran mayoría de las 900 personas que habían dado positivo. Este viernes aún quedaban 150 personas que dieron positivo por avisar.

Por su parte, Söder, que ha rechazado en dos ocasiones la dimisión de su ministra de Sanidad, cancelaba la visita que tenía prevista esta semana a Schleswig-Holstein (norte alemán) para hacer frente al «caos de los tests» en Baviera.

La oposición bávara, entre tanto, ha aprovechado la crisis para atacar con dureza a Söder. Los Verdes, el principal partido de la oposición, ha dicho por boca de su líder en el Parlamento bávaro Ludwig Hartmann que el «caos de los tests» es un «fracaso gubernamental». En el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), también en la oposición en Baviera, hablan de esta crisis como un «peligro» para el país.

Esas palabras no suenan exageradas en vista de la cierta preocupación que muestra incluso el ministro de Sanidad, el conservador Jens Spahn, al hablar de los últimos datos sobre la incidencia de la COVID-19 en el país de Angela Merkel.

«Situaciones extraordinarias»

Según los datos del Instituto Robert Koch (RKI), la agencia federal para el control y la prevención de enfermedades, este viernes se habían registrado en Alemania 1.449 nuevos casos positivos. El jueves el número era de 1.445 casos. Son cifras que retrotraen a principios del pasado mes de mayo.

El pasado mes de abril, el ministro de Sanidad germano daba por «controlado» el coronavirus en Alemania. Pero el reciente aumento de los casos que se ha registrado de un tiempo a esta parte en el país llevaba esta semana a invitar a ser «muy vigilantes los unos con los otros, porque a menudo los casos más graves [de la enfermedad, ndlr.] pueden llevar a la muerte si no llevamos cuidado en la familia, con los amigos o en el trabajo».

Según las explicaciones que daba Spahn este jueves a la televisión pública ZDF, el aumento en el número de casos se debe a contagios que se producen, mayormente, entre gente joven. La media de edad de los positivos en Alemania está ahora en los 34 años.

Sobre el «caos de los tests» en Baviera, Spahn ha encontrado palabras para excusar a Söder. Ambos forman parte de la familia política conservadora alemana, ya que la CSU de Söder está hermanada con la Unión Cristiano Demócrata (CDU) a la que pertenecen Spahn y la canciller Angela Merkel. «En tiempos extraordinarios también ocurren errores», ha dicho el ministro de Sanidad de Merkel sobre «el caos de los tests» en Baviera.

Alemania está a la espera de saber qué consecuencias tienen estos errores de Baviera, más allá de que se manche la reputación internacional de Alemania como país modélico frente a la COVID-19.

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