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El 2020 de Pere Antoni Sastre no está yendo nada mal. Sin ser nada ajeno al mundo del cine, lo cierto es que este es el año en el que más se ha adentrado en dicho universo. Él mismo confiesa que es «el primero en el que he tenido relación con él», pero es un inicio idílico y maravilloso como en una comedia romántica. Lo demuestran su trabajo como auxiliar de dirección en la nueva película de Agustí Villaronga, El ventre del mar, su desempeño como ayudante de dirección en Sempre dijous, de Joan Porcel, o el estreno de un corto suyo en La Guarimba Film Fest de Italia, en el pueblo de Mantea. Y por si todo esto fuera poco, ahora ultima junto a Pau Aulí el proyecto artístico Deu personatges per una pel·lícula que mai es farà, coproducido por el Casal Solleric, y busca financiación para un documental en Menorca que dará de que hablar.

Todo ello es el esfuerzo y el empeño de darle la vuelta a una situación que para él tiene algo de «ilusorio»: Ser director en Mallorca. Según Sastre, «los jóvenes que queremos hacer cine en Mallorca echamos en falta algo de interés porque aún hay mucho pudor».

Para reivindicar tal circunstancia de tener ideas e incluso historias enteras en la cabeza, pero falta de apoyo y financiación es como nace Deu personatges per una pel·licula que mai es farà, que consta de «una página web en la que el espectador o lector podrá clickar en diferentes pestañas y ver a través de 10 personajes una película pero sin la película».

El proyecto «contiene un componente de thriller porque los personajes narran una trama que gira sobre dos adolescentes asesinados en la depuradora de Palma», dándole un «toque de Cluedo». Al mismo tiempo busca «reivindicar el oficio del cine», poniendo el foco en elementos como «sastrería o guión». Estará listo antes de acabar noviembre, pero Sastre ya mira al futuro y su próximo proyecto llega desde la isla más norteña de Baleares: Menorca.

«Estamos en fase de desarrollo y financiación para un documental sobre Andrés Ferrer». A la pregunta obvia acerca de quién es Andrés Ferrer, la respuesta de Sastre es tan efusiva como respetuosa: «Andrés Ferrer es un señor. Es muy elegante y sobre el escenario, flipas».

Transformismo

De manera más detallada: «Durante más de treinta años, Ferrer regentó un bar-café-teatro en Menorca donde hacía espectáculos de cabaret, transformismo y travestismo». Lo más llamativo de todo, quizá, es el público al que encandilaba: «Se trataba de una audiencia muy conservadora, con un público militar, al que se ganó a través de bromas para algo para lo que todavía no estaban preparados».

Se trata de un hombre que «entiende perfectamente el entretenimiento y quiere que te rías con él, no de él», y con esta premisa «logró construirse la vida tal y como él la quería vivir», explica Sastre quien estuvo hace pocas semanas en Menorca para conocer personalmente al protagonista del proyecto porque «nos interesa su historia, me fascina, pero es muy suyo y no dejo de ser un desconocido que entra en su vida. Necesitamos transparencia, y para eso creo que necesito obsesionarme con él».

Desde este respeto no solo al personaje, sino también a la isla de Menorca, Sastre proyecta una película coproducida junto a Martí Torrebadella, de la que ya hay un primer capítulo digno de mención: La propuesta en directo en el programa de radio de Ferrer por parte de Sastre para realizar el documental.

No será por falta de esfuerzos del propio Sastre para que el año 2020 sea todo lo bueno que pueda ser pese a todo, ni tampoco es menos destacable su empeño por crear cine e historias en Baleares, ya sea con el proyecto del Solleric Deu personatges per una pel·licula que mai es farà o para el documental, una película de un solo personaje que sí se hará, porque «cueste lo que cueste vamos a seguir hasta que lo consigamos».

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