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El próximo 31 de octubre se cumplirán 20 años de la histórica Resolución 1325 de Naciones Unidas. Una ganancia del movimiento de mujeres mundial en el que lograron que se reconociera que la paz solo sería estable y duradera si las mujeres forman parte de su construcción. Esta resolución reconoce el impacto diferenciado que los conflictos producen en mujeres y niñas. Asimismo, recoge la importancia de incorporar la perspectiva de género en los procesos y la necesidad de garantizar una participación efectiva de las mujeres en la prevención y resolución de conflictos.

Es un día para celebrar. Gracias a las demandas de organizaciones feministas y pacifistas, se logró contar con un marco normativo favorable. Esto ha permitido, aunque de manera muy tímida, la incorporación de voces de mujeres en los procesos de paz. Las mujeres ahora son visibles y consideradas actoras y constructoras de cambio y no solo víctimas.

Además, esta resolución ha generado todo un marco normativo de resoluciones impulsadas por los diferentes países que han ocupado la presidencia del Consejo de Seguridad. La última resolución aprobada, la Resolución 2242, fue impulsada por España. Planteaba ambiciosas metas identificadas a partir del Informe Global de seguimiento a esta agenda realizado en el 2015. Mayor apoyo a organizaciones locales de mujeres, apoyo a mujeres líderes para que exista mayor representación, capacitación e incorporación de mujeres mediadoras, eran algunas de las medidas recogidas.

Pocos avances reales

Sin embargo, aunque en estos 20 años se ha avanzado en normativas y declaraciones complementarias, no se ha visto un avance real en la mejora de vida de las mujeres en las zonas de conflicto. 

Desde Alianza por la Solidaridad, vemos cada día en diferentes contextos de varios países el impacto diferenciado de los conflictos y crisis en las mujeres. Hay una lucha continua para garantizar espacios seguros para las mujeres, lugares de encuentro, protección contra la violencia, oportunidades económicas y participación política.

Desde la oranización apoyamos Lucha que apoyamos como organización de manera sostenida desde hace más de 10 años enfrentando cada vez más dificultades de financiación y haciendo frente a situaciones de contexto cada vez más difíciles. (sólo el 0,2% sobre el total de la asistencia bilateral para el periodo 2016-2017 fueron destinados a organizaciones de mujeres. ONU Mujeres)

Grandes desafíos para el futuro

La agenda de paz y el cómo abordarla es cada vez más compleja. Los esfuerzos que se realicen serán insuficientes si no tenemos en cuenta la participación y los aportes de las mujeres y, desde luego, si abordamos la paz únicamente desde la ausencia de guerra.

Desde el movimiento de mujeres se identifican muchos desafíos y propuestas que, como organización feminista, respaldamos:

  • Lograr un cambio de enfoque en el concepto de seguridad. Poner en el centro de la agenda a las personas y entender que la seguridad en este momento poco tiene que ver con la idea de seguridad militar. La seguridad para las mujeres supone poner en el centro otras cuestiones como puede ser su salud, el acceso a un empleo o poder caminar tranquila.
  • Trabajar en un enfoque preventivo y de derechos humanos y dejar atrás los discursos de seguridad. La educación para la paz se hace esencial como una agenda global en todos los contextos.
  • Incidir en los efectos que limitan la participación efectiva de las mujeres. Promover liderazgos feministas, políticas de igualdad, establecer cuotas y mecanismos de control que eviten el acoso político. Es necesaria una participación que no se limite a la incorporación de las mujeres en las fuerzas de seguridad y militares.
  • Tener más recursos para acciones de impacto directo en la vida de las mujeres. Es necesario priorizar acciones específicas de prevención de violencia y acceso a salud y derechos sexuales y reproductivos.
  • Garantizar la protección de las mujeres contra la violencia y mujeres defensoras, ya que sigue siendo tarea pendiente y se establece como una barrera de participación.
  • Garantizar mecanismos de reparación, acceso a la justicia y lucha contra la impunidad en violencia de género y violencia sexual.

Una paz transformadora y feminista

Todos estos desafíos exigen abordar esta agenda de paz desde un enfoque transformador. Un enfoque que, en diversas ocasiones, nos han enseñado las mujeres; llamando al diálogo, a levantar la verdad para la no repetición, generando espacios de reparación, pero al mismo tiempo organizando ollas comunitarias, dando cobijo a una mujer víctima de violencia sexual o promoviendo iniciativas económicas que les permita resistir en sus territorios.

Esta es la paz que queremos. Una paz transformadora y feminista que se construya desde la participación y las demandas de los grupos más afectados, mujeres incluidas.  



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